Bebé abrazado

En general, aunque sostener a un bebé tiene propósitos específicos como moverlo y alimentarlo, abrazar a un bebé es una expresión de afecto del cuidador. Además del propósito, un agarre y un abrazo se diferencian en aspectos físicos como las posturas y la presión. Durante el abrazo entre padres e hijos, el área de contacto y la presión entre los padres y el bebé son más amplias y más fuertes que cuando el bebé se sostiene en brazos de los padres para alimentarlo o moverlo.

No es bueno dejar llorar a los bebés

Un estudio científico estadounidense determinó que la contención física a los bebés mientras lloran, en forma de abrazos y caricias, permite un desarrollo integral de su personalidad para el futuro.

La investigación, desarrollada por el Departamento de Psicología de la Universidad de Notre Dame (Estados Unidos), determinó que dejar que los niños lloren durante largos intervalos de tiempo tiene consecuencias negativas para su salud, ya que los convierte en personas con algunos problemas de personalidad.

En este trabajo participaron 600 adultos con sus respectivas madres, quienes fueron consultadas por el equipo de psicólogos sobre cuales fueron sus formas de contención en su etapa infantil y las maneras cómo desarrollaban su vida tras haber crecido.

Las investigadoras resolvieron que “aquellos que fueron abrazados cuando eran niños ahora son personas mucho más adaptables, con menor ansiedad y mejor salud mental”.

Los abrazos fomentan la seguridad personal

Según otro estudio publicado en la revista científica Cell, el contacto físico siempre acompaña a la percepción somatosensorial, que es detectada por las neuronas mecanosensoriales y procesada en el cerebro. El contacto físico desencadena reflejos sensoriomotores, como la respuesta de transporte en los bebés de roedores, y calma a los bebés humanos mientras los transportan.

La sensación táctil y la presión profunda en las interacciones físicas, como los abrazos, pueden funcionar como comunicación emocional entre el bebé y el cuidador, lo que puede alterar el comportamiento y el estado de ánimo tanto del bebé como del cuidador. Las percepciones somatosensoriales fomentan una sensación de seguridad que es importante para el desarrollo psicosocial del bebé.

Ya son numerosos los estudios han demostrado los beneficios del contacto físico humano. El personal médico ha confirmado que el reclutamiento de voluntarios para abrazar y acurrucarse con los bebés —mientras quizás les cantan o les susurran cosas dolces— tiene un efecto positivo en los recién nacidos.

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