educar a casa o a l'aula

Educar y enseñar: siempre se han presentado como dos labores diferenciadas entre casa y escuela. Sin embargo, cada vez más gente se pregunta hasta qué punto la institución del colegio se ve involucrada en ambas. Al mismo tiempo, algunos se cuestionan si los padres deberían tener competencias para ayudar en la formación de sus hijos desde el hogar. El debate está servido, ¡empecemos!

Los rumores de que los niños y adolescentes de hoy en día son más maleducados que nunca son una discusión a la orden del día, de hecho ¡existen tipificaciones para dichos casos! ¿Has escuchado hablar del Síndrome del Emperador? En este artículo encontrarás más información. Al parecer, muchas familias no cumplen su función de educar y traspasan esas responsabilidades a la escuela, alegando que es el lugar donde más tiempo pasan sus hijos. 

Por otro lado, algunos padres defienden cómo la labor de los docentes se vuelve intrusiva en algunas ocasiones, al argumentar que no deberían imponer sus valores a sus hijos. Aquí mismo te dejamos otro artículo sobre ello. ¿Entonces en qué quedamos?

¿Por qué la casa y el colegio deberían entenderse como entes independientes?

Se ha generalizado la idea de que se educa en casa y de que en la escuela se aprende. No obstante, según recientes estudios en los que se entrevista a niños y adolescentes, éstos se sienten más motivados si el maestro no solo imparte la materia sino si además tiene una buena relación con ellos, de cordialidad y cercanía. En estos casos, parece imposible no dar algún tipo de lección sobre la vida o consejos de maduración, ¿no es cierto? Es decir, una labor que va más allá de únicamente enseñar a memorizar conceptos. 

Para bien o para mal los padres no son los únicos que van a repercutir en la formación de la personalidad de sus hijos: los medios de comunicación también educan, la televisión, los vídeos que ven en el ordenador para entretenerse, los amigos de los amigos que vayan a conocer… Sin duda, los padres serán un modelo a seguir, pero a lo largo de su vida se encontrarán muchas otras variables en juego

Si queremos niños bien educados, debemos ser autocríticos y asumir nuestra responsabilidad como educadores desde que son pequeños. Así como debemos respetar la manera de actuar de los docentes, que queramos aceptarlo o no, también van a poner su granito de arena en la formación (¡no solo didáctica!) de nuestros hijos. Al ver que se trata entonces de una responsabilidad colectiva, deberemos confiar en ellos y, sobre todo, comunicarnos de la manera más efectiva posible para que el resultado sea positivo para todos.

La educación, por lo tanto, es un proceso muy largo que comienza siendo impartida por la familia pero que se verá reforzada por la escuela. De este modo, se necesita de ambas partes para conseguir un pleno desarrollo educativo y personal del niño/a.

Un cambio en el modelo educativo 

Aquí no se salva nadie: han habido cambios tanto en la manera de educar en las familias como en los modelos educativos de las escuelas. De hecho, si nos centramos en el segundo caso, los principios del siglo XX fueron el punto de inflexión para dichos modelos: nuevos patrones de relaciones entre las familia y escuelas, que anteriormente se encontraban totalmente alejadas. Los padres no tenían ni voz ni voto en la escuela pero esta perspectiva ha ido desapareciendo en estos últimos años por la idea de que las responsabilidades son compartidas.

La consecuencia directa y, sobre todo, lo que debemos hacer para llevar el contexto actual de la mejor manera posible, es el de evitar discrepancias entre los padres y madres y las instituciones escolares. Esta demostradísimo que la cooperación de los padres en la educación favorece a la autoestima de los alumnos, tendrán un mejor rendimiento escolar y mejores relaciones padres-hijos y profesores-alumnos.

¿Qué dicen los expertos en educación?

Macbeth Alastair, autor de Involving Parents, Effective Parent-Teacher Relations, dejó claros cuatro puntos para la correcta enseñanza y cooperación de familia y escuela:

  1. Debemos crear una educación compatible e interrelacionada entre casa y escuela. Por ello, los docentes y el centro educativo deben tener en cuenta la educación familiar para crear y fomentar un aprendizaje escolar.
  2. La educación familiar es la base e influye enormemente en la enseñanza formal de la escuela: es un factor significativo en cuanto a la desigualdad de oportunidades en educación.
  3. Los profesores deben velar porque los padres cumplan sus responsabilidades y obligaciones y para facilitar esto es necesaria la interacción y la cooperación mutua, mediante una comunicación fluida y habitual.
  4. Los hijos también deben intervenir, responsabilizarse y tomar parte de las decisiones, de este modo madurarán independientemente de los intereses personales de familia y colegio.

Los tipos de participación según el centro

Los expertos y el canon de la educación pueden decir lo que quieran, pero es posible que, al tratarse de un tema tan subjetivo, algunos padres quieran priorizar un tipo de educación sobre otra. Es por eso que actualmente existen tres modelos educativos diferenciados: 

  1. El modelo experto: donde el profesional escolar asume por completo el control de la situación: toma las decisiones, busca las fuentes necesarias y selecciona la información de lo que quiere trasladar al alumno. Solo solicita la colaboración de la familia en casos extraordinarios y, por su lado, la familia confía plenamente en el criterio del profesorado.
  2. El modelo trasplante: el docente trasplanta su experiencia a los padres. Es un primer grado de cooperación escuela-familia, el docente toma las decisiones aún.
  3. El modelo usuario: el profesor respeta a los padres y reconoce su competencia. La toma de decisiones se halla bajo el control de los padres, quienes selecciona lo que consideran adecuado y oportuno.

Y tú, ¿qué piensas? ¿Crees que la educación ha cambiado para bien o para mal? Esperamos que este artículo te ayude a reflexionar sobre el tema.

 

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